Convencido de que el hombre es insolente,
exhausto me debato en su hábitat insulso.
Agotada mi paciencia, ya protegerme busco
de este despectivo y degradante mundo,
que me allana y deprime tristemente.
En la generosa oscuridad del reflexivo aljibe
oculto la meticulosa pena que me asola.
Que escrutada entre broches de escayola,
como una misteriosa sombra me persigue.
Ineludible precede a esta omnipotente cuita,
en tiempo y espacio de mi pertubada calma.
Y hasta la amapola que al relente acampa,
consternada con mi orfandad, el éxtasis precipita.
El desconcierto que me produce la negada verdad,
con acuciante dolor ansiosamente transita,
pero cualquier brote de esperanza se emancipa
volviendo al comienzo del eterno refugio.
Días grises, con viento y lluvia por mi frente
desfilaron. Flautas plañeron, sones repicaron.
Tan sombreado quedé de ocasos y anocheceres,
que puse alos azahares en revuelo.
Mi vida es un incesante reclamo de voz sin gritos,
augurios, profecías, dichos y hechos emocionales.
Entregado a la sinceridad, mi corazón grave palpita
entre amor y desamor, entre temor y desafío.
Se confiesa persuasivo, secretamente apasionado,
inseguro y solitario, que a pesar de condolido,
no suele perder la calma, siendo capaz de conmoverse
ante el decrecido manatial, o por su prolongada ausencia.
Ocultándose entre ramas a penas verdes,
perdida y consternada anda a solas mi tristeza.
Acallando la raíz que gime, cuenta, se entretiene,
y como una nubecilla pasa desapercibida.
Mientras que, poco a poco, se va deslucidando
el rehusado brillo de mis pobres ojos.
Muchas gracias por tu comentario.
CONVENCIDO
Posted on
Monday, November 7, 2011
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