NI CON LA TORMENTA

No,  no solamente
el árbol nos da sombra,
sino también un jugoso fruto
que el hombre digno
con empeño trabajando busca,
se esfuerza y afana...
(aún a veces sin conseguirlo).

Hay lapsos
de frustrado tiempo
inútil, vacio,
como también otros
de perspicaz lucidez
en los que,
balanceándose y colgado
de tupidas preconizadas ramas,
el preciado fruto evidenciamos
y exclamamos: ¡por fin  parece
que la cosecha ha cumplido!

Por esa alentadora sencilla razón,
cuando una tormenta escampa
y naturalmente el día se serena,
queda un olor a tierra mojada
que nos reconcilia y nos llena
de paz interior tras el miedo,
pensamos entonces y en voz baja
susurramos: "otra nube más
pasa sin desesperar".

Y esque no podemos negar
que cuando vemos chispas
relámpagos y truenos,
un poco de miedo si que nos da,
contenemos la respiración
y el tono de voz cambiamos. Ante
la ineludible razón de comprender,
resurgimos, nos renovamos
y ya una vez recuperados;
entonces si que nos lo cremos.

Impresionados y oliendo a tierra mojada
aunque la emoción ocultemos,
porque la ocultamos;
como apagados echamos a andar
e intentamos volver a la normalidad
pero sin dar nuestro brazo a torcer.

Muchas gracias por tu  comentario

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