No, no solamente
el árbol nos da sombra,
sino también un jugoso fruto
que el hombre digno
con empeño trabajando busca,
se esfuerza y afana...
(aún a veces sin conseguirlo).
Hay lapsos
de frustrado tiempo
inútil, vacio,
como también otros
de perspicaz lucidez
en los que,
balanceándose y colgado
de tupidas preconizadas ramas,
el preciado fruto evidenciamos
y exclamamos: ¡por fin parece
que la cosecha ha cumplido!
Por esa alentadora sencilla razón,
cuando una tormenta escampa
y naturalmente el día se serena,
queda un olor a tierra mojada
que nos reconcilia y nos llena
de paz interior tras el miedo,
pensamos entonces y en voz baja
susurramos: "otra nube más
pasa sin desesperar".
Y esque no podemos negar
que cuando vemos chispas
relámpagos y truenos,
un poco de miedo si que nos da,
contenemos la respiración
y el tono de voz cambiamos. Ante
la ineludible razón de comprender,
resurgimos, nos renovamos
y ya una vez recuperados;
entonces si que nos lo cremos.
Impresionados y oliendo a tierra mojada
aunque la emoción ocultemos,
porque la ocultamos;
como apagados echamos a andar
e intentamos volver a la normalidad
pero sin dar nuestro brazo a torcer.
Muchas gracias por tu comentario
NI CON LA TORMENTA
Posted on
Monday, July 18, 2011
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